Page 14 - FANTASTICOS SUENOS
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conocer a las jóvenes solteras del lugar. ¡La gente se conmocionó
con la noticia! Las costureras no hacían otra cosa que zurcir y bordar,
pues las muchachas de la comarca querían lucir como futuras prin-
cesas. En casa de Cenicienta, las
hermanastras se propusieron
deslumbrar al Príncipe con sus
costosas joyas y vestidos. En-
sayaron muchos peinados y se
aplicaban a diario cremas y locio-
nes, tratando en vano de ocultar
su fealdad.
El día del baile, Cenicienta
ayudó a sus hermanastras con los
peinados y los vestidos. La pobre
doncella ni siquiera se habría
enterado de la fiesta si no fuera
porque sus arrogantes herma-
nas peleaban entre sí, dispu-
tándose su ayuda. Entonces,
Cenicienta preguntó a su
madrastra si también po-
dría asistir.
— ¿Tú? —gritó la
madrastra—. Estás llena
de polvo y ceniza, ¿y así
pretendes asistir al baile
del Rey? Además, no tienes
un vestido apropiado para la
ocasión. Y seguramente ¡tampoco
sabes bailar!
Cenicienta rogó y rogó. Por último, la
madrastra dijo:
—Bien, haremos lo siguiente: echaré una bolsa de lentejas en las
cenizas. Si en una hora eres capaz de recogerlas, seleccionar las que
estén buenas, lavarlas y ponerlas a cocinar, te dejaré ir.