Page 13 - FANTASTICOS SUENOS
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que fregar el piso de la cocina, pues su madrastra lo inspeccionaba
todas las noches. Su vida se transformó en algo horrible. Cuando su
padre regresaba a casa por unos días, Cenicienta evitaba entristecer-
lo con sus quejas y simulaba estar feliz con su nueva familia. Cierta
vez, antes de irse, el padre preguntó a las tres jóvenes qué querían
que les trajera de regalo a su regreso.
— ¡Joyas! —exclamó una de las hermanastras.
— ¡Y vestidos! —agregó la otra.
Al ver que Cenicienta no respondió, el padre le preguntó:
— ¿Y tú qué quieres, hija mía?
Ella lo pensó un rato y luego respondió:
—Me gustaría que me trajeras un brote de
avellano, verde y fresco.
A su regreso, el padre cumplió los de-
seos de las tres jovencitas. Las hijastras
no hacían más que mirarse en el espejo
para admirar sus vestidos y sus joyas.
¡Eran muy vanidosas! Cenicienta tam-
bién estaba feliz con su rama de ave-
llano, que plantó en el jardín trasero.
Pasaron los meses y la rama creció
hasta convertirse en un pequeño
árbol, gracias a los cuidados que
la niña le brindaba día tras día.
Una paloma se acomodó en
el arbolito y Cenicienta se
encariñó con ella, pues era
la única amiga que tenía.
Un día, el Rey de la
ciudad organizó una gran
fiesta. Su hijo, el Príncipe
heredero, estaba en edad de
casarse y la recepción le permitiría
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