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del período que va de G. Stampa a M. A.
Buonarroti. Lejos de la cultura oficial se ha-
llan escritores como Are tino y B. Cellini. Los
máximos autores tea trales son A. Beolco y
Ruzzante, mientras que en el terreno de la es-
peculación teórica sobre salen N. Machiavelli
y F. Gui cciardini. El gran poeta de esta época
es L. Ariosto (Orlando furioso), en tanto que
la figura de T. Tasso expresa ya inquietudes
nacidas de la Contrarreforma. El Seicento y
el Sette cento. El poeta más representativo de
la épo ca barroca es G. Marino, creador de un
estilo (marinismo) parecido al cultera nismo
de Góngora. En los inicios del siglo XVIII se
produce una vuelta al humanismo, marcada por
la necesidad de dar a la poesía nuevos conte-
nidos. Figura original es G. Vico, si bien goza-
ron de más fama P. Verri y P. Giannone. En el
teatro destacan C. Goldoni, P. Chiari y C. Go-
zzi. Trasciende el ámbito de la época V. Alfieri,
el mayor poeta trágico italiano. El Ottocento.
Los ideales de la Revolución fran cesa fueron
profundamente interpretados por U. Foscolo
y G. Leopardi. La vertiente ca tólica coincide
con la román tica en A. Manzo ni. La corriente
del com promiso entre artista y sociedad está
repre sentada por G. Carducci, figura central
de la época. En la novela histórica destaca
I. Nievo, mientras G. Verga se impone como
máximo exponente del natura lismo. A fines
del período, G. D’Annunzio exalta la belleza
como supremo ideal. El Novecento. En los
inicios de este período la literatura se impregna
del sentido extra rracional del hecho artístico.
F. T. Marinetti funda el futurismo, al que se
unen G. Papini, A. Soffici y A. Palazzeschi.
El má ximo autor teatral es Luiggi Pirandello,
auténtico renovador del género. En la poesía,
D. Cam pana funde simbolismo, crespuscula-
rismo y futurismo, y en los años cercanos a
la I guerra mundial destaca C. Sbarbaro, pero
las fi guras desco llantes son G. Ungaretti, E.
Mon tale y S. Quasimodo. En la década de los
años 20 se plantea un retorno al orden, que
desem bocará en el fascismo, representado por
V. Cardarelli. En el período de crisis se sitúa
La ciudad de Nápoles es una de las
más activas del país, constituye el motor
económico de la región. Es conocida por su
activa y animada población, así como por sus
instituciones culturales e históricas.
la narrativa de I. Svevo y G. Deledda. Des-
pués de la II Guerra Mundial se produce una
literatura realista en que destacan C. Pavese,
C. E. Gadda y A. Moravia. T. di Lampedusa
ofrece con Il Gattopardo, una obra de signo
aristocrático y pesimista, al margen de todas
las tendencias. De una generación posterior
son los narradores C. Cassola, I. Calvino, L.
Sciascia, G. Bassani y Pier P. Pasolini, a los
que cabe añadir las incursiones en la ficción del
semiólogo Umberto Eco. En la poesía destaca,
por su experi mentalismo, E. Sanguineti; y
en el teatro, U. Betti, D. Fabbri y Darío Fo.
Arte. La Alta Edad Media. Las invasiones del
siglo V dan lugar a la influencia bizantina en
Ravena (San Apoli nare in Classe y Nuovo, San
Vitale, mausoleo de Gala Placidia) y Venecia
(San Marcos); a la lombarda en el norte (San
Am brosio de Milán), germen de un gran es-
plendor en la época del románico (cate drales
de Parma, Pavia, Pisa, Ferrara, Mó dena); y a
una mezcla de bizantino, árabe y normando
en el sur (catedrales de Palermo y Mon reale).
En pintura destaca Cimabue. Gótico.Toma un
sen tido de equilibrio es tático y horizontal: ca-
tedral y Palazzo della Signoria, de Siena; Sta.
Maria dei Fiore, Sta. Croce, Sta. Maria Novella
y Palazzo Vecchio, en Flo rencia; catedral de
Orvieto. La escultura se afirma con la escuela
de Pisa: Niccola, Gio vanni y Andrea Pisano.
La pintura se renueva con Gio tto. Duccio da
Buoninsegna inicia la escuela de Siena (A.
y R. Lorenzetti, S. Mar tini, etc.). Gentile da
Fabriano, Pisanello, etc., repre sentan el gótico
internacional.
Renaci mien to. En la Florencia del siglo XV
se toma al hom bre y al mundo real como guía
de creación artística. En arquitectura, los ele-
mentos se coordinan en relación con un punto
ideal. Brunelleschi es su gran arquitecto, al
que siguen Michelozzo, los Maino, Sangallo.
Alberti tiende a los valores plásticos de las
masas y a los efectos monu mentales. En la
escultura, Ghiberti y Della Quercia continúan
siendo medievales. Donatello, creador de la
nueva concepción escul tórica, influye en A. di
Duccio, Mi chelozzo, Bertoldo, etc. Po llai uolo
y Verro cchio aportan novedades expre sivas. La
renovación pictórica corre a cargo de Ma saccio
y sus seguidores (P. Ucello, A. del Castagno,
fra Filippo Lippi), que influyen en Piero della
Francesca, Man tegna, Car paccio. Boticelli inicia
los temas paganos.
Siglo XVI. Roma sustituye a Florencia como
centro artístico. La forma se idealiza, se
inte lectualiza la belleza y se tiende a la
grandio sidad (manierismo). Dos grandes
arquitec-
tec tos: Bramante (que influye en Rafael, Peruzzi
y Sangallo) y Miguel Ángel. Vignola, della
Porta, Vasari, Sansovino y Palladio preludian
ya el barroco. La escultura está dominada por
Miguel Ángel; Tribolo, Cellini y Giam bologna
repiten sus formas y hallazgos. La pintura se
desarrolla gracias a la producción de Leonardo
da Vinci. El estilo propio del siglo XV vuelve a
mani festarse en Rafael, que con Miguel Ángel
influye en la pintura romana y florentina. El
manierismo se manifiesta en G. Vasari, A. del
Sarto y espe cialmente Co rreggio. En Venecia,
Italia, República de
italia
La isla Tiberina divide las aguas del río
Tíber en el recodo que hace la corriente
junto al Palatino.
Giorgione y Tiziano son maestros del color; cul-
mina esta escuela con el Veronés y Tintoretto.
Barroco. La emo tividad triunfa sobre la
razón. Iniciado en Roma, se extiende a Italia
y Europa. A la arquitectura se subordinan la
pintura y la es cultura. Su refinada y caprichosa
decoración dará lugar al rococó. Bernini y
Borro mini son sus principales arquitectos.
Les siguen en importancia Galilei, Longhe-
na, Guarini, Juva ra. Bernini realiza todas
las posibilidades de la escultura barroca.
Los Ca rracci y Cara vaggio son sus grandes
pintores, cuya obra continúan Reni, Guer-
cino, Manfredi, Ribera, Giordano. El siglo
XVIII veneciano se carac teriza por el coloris-
mo y la fantasía decorativa de Ricci, Piazzeta y
Tiépolo; se les con tra pone el costumbrismo del
Canaletto, Be llo tto, Guardi, etc.
Época contemporánea. Siglo XIX. Acade-
micismo frío y sin personalidad. Scala de Mi-
lán y Piazza del Popolo en Roma. En escultura
destaca Canova.
coliseo
En el año 75 d.C., Vespasiano
mandó construir el anfiteatro
Flavio, más conocido
como el Coliseo.
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