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Italia, República de
ITALIA
Limita al N con Suiza y Austria, al
E con Eslovenia y el mar Adriático,
al S con los mares Jónico y Mediterráneo,
al O con los mares Tirreno,
de Liguria y Mediterráneo, y al
NO con Francia. Dentro de ella se
encuentran los enclaves independientes
de la Ciudad del Vaticano y
San Marino.
son de escasa longitud y caudal, a excepción del
Tíber y el Arno. Su principal recurso económico es
la industria; la importancia tradicional de su agri-
cultura ha disminuido conside rable mente: cereales
(trigo, maíz, arroz, centeno), vid (primer productor
mundial), olivos, agrios (segundo productor euro-
peo), legu minosas y productos hortícolas. Entre
los cultivos industriales, la remolacha y el taba co.
Ganadería bovina, ovina y porcina. Yaci mientos
de mercurio (segundo pro ductor mundial), azufre,
petróleo, mármol. Industria textil (considerada una
de sus principales exportaciones), siderúrgica,
automovilística (sexto productor mundial), de
motocicletas, bicicletas, mecá nicas, químicas,
refinerías, del cemento, fi bras artificiales (quinto
productor mundial).
Historia. Hacia el 1500 a.C. se produjeron las
primeras oleadas invasoras de indoeuropeos,
que se extendieron por to da la península. De
entre esos pueblos, los etruscos destacaron
por su mayor grado de cohesión, estable-
ciéndose en Toscana, Cam pania y valle del
Po. A partir del siglo -V, la his toria de Italia
se confunde con la del imperio romano,
cuya base fue la hegemonía de la ciudad de
Roma que, tras expulsar a los reyes etruscos,
expandió su dominio por toda la península.
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Una de las más bellas iglesias
de Florencia, destacada por su fachada
en mármol, es Santa Maria Novella,
construida entre los siglos XIII y XV.
Nombre oficial: República Italiana
(Repubblica Italiana)
Área (km2): 301.323.
Costas (km): 7.600.
División política: 20 regiones
Capital: Roma (f. 753 a.C.)
Unidad monetaria: euro
Idioma(s): (oficial) italiano;
(no oficiales) alemán, albanés,
francés, provenzal, sardo,
catalán, esloveno y otras lenguas
y dialectos
Gentilicio: italiano
Fiesta nacional: 2 de junio,
Día nacional
En el siglo I, el poder del imperio romano se
extendía por todo el sur y parte del centro
de Europa, y llegaba a las islas británicas.
Ya a fines del siglo III, la presencia de los
pueblos germanos resultaba amenazante para
el imperio, escindido entre Roma y Bizancio.
En 476, los ejércitos del hérulo Odoacro
de pusieron al emperador romano Rómulo
Au gústulo, y en 493, Teodorico, al derrotar
a los hérulos, proclamó el reino ostrogodo.
A su muerte (526), Justi niano, emperador
de Bizancio, inició la re con quista de Italia,
pero el cre ciente poder de los lombar dos
impidió la unidad imperial y favoreció la
atomización. En el siglo VIII, los estados
Pon tificios, amenazados por los lom bardos,
solicitaron la intervención de los francos que,
a partir de la victoria de Car lomagno sobre
los lombardos en 773, se hicieron dueños de
Italia. En 962, el Papa coronaba a Otón I de
Alemania, consoli dándose el imperio romano
tgermánico. En los siglos XIV y XV tuvo
lugar una nueva ex pansión comercial y el
renacer de la cultura clásica (Renacimiento),
caracterizada por su profunda impregnación
humanista. Así mismo, en esa época se inició,
con Galileo Galilei, lo que habría de ser la larga
revolución científica de Occidente. El dominio
español sobre Ita lia, iniciado con Pedro III, se
prolongó hasta los tratados de Utrecht (1713) y
de Rastadt (1714), a partir de los cuales Austria
apareció como la nueva potencia hege mónica.
Al estallar la Revolución francesa en 1789, las
nuevas ideas liberales tuvieron buena aco gida
en Italia, y cuando Napoleón ocupó la penín-
sula, fue inicial mente acogido como liberador.
Tras la derrota bonapartista en Waterloo (1815),
el Congreso de Viena des membró Italia: en el
norte reinó Víctor Manuel I (Piamonte y Cer-
deña), Lom bardía y Venecia pasaron a de pender
de Austria, Toscana se convirtió en un ducado
regentado por Fer nando III de Lorena, el reino
de Nápoles fue devuelto a Fernando IV de
Borbón, y los estados Pontificios se extendieron
a Roma, Umbría y las Marcas. Desde la Segun-
da Guerra Mundial el país se ha debatido en
repetidas crisis políticas. En 1960 los partidos
políticos de izquierda gozaron de mayorías,
en los años 70 estuvo caracterizada por los
escándalos de corrupción y en los 80 llegaron
al poder los republicanos. Ante el desprestigio
de los partidos tradicionales, el pueblo eligió al
magnate de los medios de comunicación Silvio
Berlusconi, quien había fundado el partido
Sforza Italia como una alternativa de poder.
Berlusconi fue elegido Primer ministro, ce-
diendo el poder a Lam berto Dini, quien logró
reducir el déficit pú blico y reformar el sistema
de jubilaciones. En 1996 asumió como Primer
ministro Roma no Prodi, quien jugó un papel
fundamental en la guerra de Kosovo, prestando
las bases ita lianas para las incursiones aéreas
de la OTAN. Silvio Berlusconi volvió a ser
elegido en 2001 e impuso un esque ma econó-
mico para flexibilizar la economía y hacerla
más dinámica. En 2002 fue acusado de fraude,
pero finalmente resultó exonerado de todos los
cargos. En 2003 apoyó a Estados Unidos en la
invasión de Irak. En 2006 el partido de Centro
izquierda venció por un margen mínimo a los
oficialistas en las elecciones, nombrando como
nuevo presidente el excomunista Giorgio Na-
politano, quien nombró como Primer Ministro
a Romano Prodi.
Literatura. Los orígenes y el Duecento. La
literatura en lengua vulgar se forma bajo el
influjo provenzal y francés. Entre los pri meros
escritores destacan Guittone d’Are zzo, G.
Cavalcanti y G. Guinizelli (dolce stil novo), a
los que se opone la poesía realista y burlesca
de F. da San Gimignano y R. di Filippo. El
Trecento. Pertenecen a él las tres más impor-
tantes personalidades de la lite ratura italiana:
Dante, Petrarca y Bocca ccio.
El humanismo y el Quattrocento. El interés
se centra en la cultura clásica y en el intento
de conciliar la cultura cristiana con la pagana, al
tiem po que se rechaza el dogmatismo aris totélico
medieval. Todos estos motivos se hallan pre sentes
en la obra de L. Valla, M. Ficino y G. Pico della
Mirandola. Por su parte, L. B. Alberti y B. Casti-
glione reconcilian el huma nismo con la tradición
vulgar, mientras que la obra de L. de Médicis,
A. Ambrogini y J. Sannazaro se decanta hacia
el aristo cra tismo. El Cin que cento. El carácter
distintivo es el plato nismo, representado por
P. Bembo, de cuyos diálogos parte la lírica
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