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Formas de escritura más usuales
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Las estructuras sintácticas. La progresión de la acción en el relato
exige el uso de estructuras predicativas frente a las atributivas, más
propias del carácter estático de la descripción.
El empleo de una sintaxis con predominio de estructuras subordinadas
produce un ritmo lento en el relato. Por el contrario, el uso de una
sintaxis sencilla, con abundancia de elementos nucleares (sustantivos
y verbos) y proposiciones coordinadas, crea un ritmo más dinámico.
Ejemplo:
Don Félix prosiguió también su camino, hecho un energúmeno, tanto
por la testarada como por la mofa que aquel miserable iba haciendo de su
desencadenado y terrible enojo. Mas, de repente, se le ocurrió una idea singular.
¿Y si aquel aparente borracho fuese un ladrón? ¿Y si aquel tumbo hubiese sido
estudiado, y nada más que una estratagema de que se hubiese valido para
robarle sin que él lo echase de ver? Pensar esto y echar mano al bolsillo del
reloj, fue todo uno… Y, en efecto, halló… que no halló su muestra de plata, ni
la leontina chapeada de oro, que era de su apéndice.
José López Portillo y Rojas
Cómo se expone
Se expone cuando se plantea en qué consiste un objeto, una idea
o un tema. Su principal objetivo es informativo. Exponer equivale a
dar a conocer las diversas facetas o aspectos de un tema, dentro de
un propósito eminentemente informativo, para lo cual puede hacerse
uso de la descripción objetiva y también de la narración verídica. La
exposición maneja conceptos, ideas, juicios, reflexiones y toda clase de
contenidos cognoscitivos, a nivel puramente objetivo-intelectivo, y por
tanto, depurado al máximo por los juicios del autor.
El texto expositivo se emplea para desarrollar una idea, analizar un
problema, o describir un fenómeno con la intención de informar. En este
tipo de texto el autor dice lo que sabe, pero no emite ningún juicio de
valor sobre el mensaje. Lo relevante aquí son los hechos, las evidencias,
las argumentaciones sólidas y no las opiniones débiles o vagas.
Ejemplo:
Los mimos siempre han sabido que los movimientos corporales de un hom-
bre son tan personales como su firma. Los novelistas también saben que, con
frecuen­ cia, reflejan su carácter. Las investigaciones acerca de la comunicación
humana a menudo han descuidado al individuo en sí. No obstante, es obvio
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