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MANEJAR EL ESTRÉS
Los síntomas
Es muy frecuente que quienes padecen los primeros efectos del
estrés atribuyan algunos de los malestares que perciben a situa-
ciones específicas, negándose a reconocer, incluso en su interior,
el estar afectados por un estado de tensión que no es común.
Indicios: Fenómeno que per-
mite conocer o inferir la exis-
tencia de otro no conocido.
Simultáneamente: Que
se hace u ocurre al mismo
tiempo.
Evasión: Acción de desen-
tenderse de cualquier pre-
ocupación o inquietud.
A continuación se mencionan algunos de los indicios más comu-
nes que señalan la posibilidad de que una persona esté sometida a
un estrés intenso. Se han agrupado estas señales dependiendo de
las áreas individuales en las que aparecen, aunque suelen presen-
tarse varias de ellas simultáneamente.
Señales físicas
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Frecuentes enfermedades, contracturas musculares y dolores de
huesos.
Padecimientos menores: náuseas, insomnio, dolor de cabeza,
problemas digestivos.
Cambios notorios en el peso y en el apetito.
Fatiga continua, cansancio sin causa.
Señales emocionales
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Apatía e indiferencia, irritabilidad, sensación de inutilidad.
Poca concentración, pensamiento poco fluido.
Ignorar síntomas, negar problemas.
Sentimientos que surgen y desaparecen súbitamente.
Preocupaciones y pensamientos obsesivos.
Señales que aparecen en el comportamiento
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Evasión del trabajo, las personas, las responsabilidades.
Aumento en el consumo de fármacos, tabaco y alcohol.
Faltas de puntualidad, desaseo, descuido en el vestir.
Dificultad para emprender nuevos retos.
El rápido aumento de los ca-
sos de estrés intenso entre los
menores es asunto que causa
preocupación entre padres y
educadores en todo el mundo.
El estrés infantil puede definir-
se como la falta de respuesta
adecuada a las exigencias de
la vida diaria, y la pregunta que
debemos hacernos es si la vida
moderna no ha llevado dema-
siado lejos esas demandas.
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