Page 54 - LUGARES FANTASTICOS
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—Soy el Rey, todo lo que hay en este palacio me pertenece,
incluyendo lo que se guarda en ese lugar.
—Le prometí a tu padre no
abrir ese salón. Sólo nos causará
problemas.
—Más desilusión me causará estar
pensando todo el día en eso. No
descansaré hasta entrar en ese salón.
El fiel Juan, muy a su pesar, abrió
el salón intentando ocultar la pintura
con su cuerpo, pero el Rey se paró de
puntillas y por encima del hombro de
Juan sació su curiosidad.
—¡Oh, hermosa mujer! —alcanzó
a decir antes de caer al suelo sin
sentido.
“El mal está hecho, ¿qué pasará
ahora?”, pensó Juan mientras
trataba de reanimar al Rey con
una copa de vino. Cuando el soberano recuperó el conocimiento,
le preguntó quién era la mujer de la pintura y no dejó de hablar de
su hermosura ni del gran amor que ya sentía por ella. El resto, Juan
lo veía venir: el Rey saldría a buscarla y él debería acompañarlo.
Pero llegar ante la Princesa sería muy difícil y allí comenzaría una
vida de sufrimientos para ambos. Entonces, Juan ideó un plan.
—Joven Rey, todo lo que te rodea está hecho de oro y creo que
la Princesa del Tejado de Oro aceptaría toda clase de figuras para
lucir en su palacio; ordena a tus orfebres derretir el oro y moldear
muchos objetos.
El Rey aceptó la idea y pronto los artesanos del reino trabajaron
sin descanso hasta terminar las bellísimas figuras. Todo se cargó en
un barco; Juan y el soberano disfrazados de mercaderes navegaron
hasta la ciudad donde vivía la hermosa Princesa.
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