Page 56 - LUGARES FANTASTICOS
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Mientras, Juan le ordenó al capitán zarpar de inmediato. Las
horas fueron pasando, el Rey ofreció a la Princesa ricos manjares
y finas bebidas, y la conversación se volvió tan interesante que
ninguno de los dos se dio cuenta de que ya estaban en alta mar.
Por fin, la bella joven se dispuso a regresar a palacio. Al estar en
cubierta y no ver tierra por ningún lado, comenzó a gritar:
—¡Me han engañado! ¡He sido raptada por un miserable mercader!
El Rey, consternado porque Juan nunca lo puso al tanto de
sus planes, se excusó y le explicó a la Princesa que él no era
comerciante sino un Rey perdidamente enamorado de ella desde
que vio su pintura; esta confesión tranquilizó a la Princesa y aceptó
casarse con el joven Rey.
Un día, estando aún en alta mar, Juan oyó la conversación de
tres cuervas.
—El Rey cree que todo saldrá bien con la Princesa —comentó
la primera.
—La Princesa aún no es su esposa —agregó la segunda.
—Pero parecen muy enamorados —opinó la tercera.
—Cuando llegue a tierra firme, si el Rey se monta en el caballo
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