Page 161 - LUGARES FANTASTICOS
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obedeció sus órdenes. No podía huir de allí dejando a su hermano a
merced de la vieja.
A partir de ese día, la mejor comida era siempre para Hansel.
Cada mañana, al levantarse, la bruja le pedía que sacara un dedito
por entre las rejas, para comprobar cuánto había engordado, pero
Hansel la engañaba mostrándole un huesecillo de pollo que guardó
de una de sus comidas. Después
de un mes sin lograr que
el niño engordara, la
bruja se enfureció. Una
mañana se levantó
gritando:
—¡Gretel, ve a
buscar agua de
inmediato! No
esperaré más; flaco
o gordo, hoy tu
hermano será un
exquisito platillo
para mí.
La niña obedeció
sin dejar de llorar
por lo que le pasaría
a Hansel, mientras
la bruja encendió un
enorme horno de hierro.
—Entra y comprueba
que esté bien caliente
—le ordenó la bruja a
Gretel con una sonrisa
malévola—; así podremos
hornear el pan.
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