Page 159 - LUGARES FANTASTICOS
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Caminaron y caminaron en la penumbra, sin encontrar una salida.
Agotados, se durmieron tomados de la mano bajo un árbol, pues
Gretel no quería separarse de su hermano ni siquiera al dormir.
Así pasaron tres días dentro del bosque, comiendo algunas bayas
silvestres y bebiendo el rocío de las hojas antes de que el sol saliera
y lo evaporara. Hansel, que nunca se asustaba, comenzó a temer
que esta vez no podría solucionar nada.
De repente, un pajarito tan blanco como la nieve se posó en
una rama y comenzó a gorjear. Su canto era tan dulce que los
niños, olvidando todas sus preocupaciones, se sentaron sobre un
tronco a escucharlo.
Cuando terminó, el ave revoloteó sobre
sus cabezas…
—Parece indicarnos que lo sigamos…
— dijo Hansel.
Y sin pensarlo dos veces, se fueron
tras el pájaro.
Cuando ya habían recorrido un
buen trecho, llegaron a una casita en
un claro del bosque. El pajarito se posó
sobre el techo mientras los niños miraban
detenidamente la casa: sus paredes estaban
hechas con galletas; los marcos de la puerta y
las ventanas eran de caramelo y los vidrios
de azúcar; la fachada parecía un pastel de
cumpleaños con frutas cristalizadas y
merengue; además, el tejado era de
mazapán. Después de tantos días
sin comer, Hansel no pudo resistir la
tentación de probar aquellas delicias.
Gretel, más prudente, se dedicó a lamer las
ventanas como si fueran un helado.
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