Page 144 - LUGARES FANTASTICOS
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—¿Eres sordo o te haces el sordo? —volvió a gritar el duende—.
¡A mí nadie me ignora! Mañana verás…
Al llegar el nuevo día, el niño se levantó muy temprano para
jugar con sus soldaditos.
—¡Qué lindos son! —exclamó el pequeño, poniéndolos en fila.
Pero al recordar que a uno le faltaba una pierna, lo sacó del
grupo y lo apoyó en el marco de la ventana.
Bueno, nadie sabe qué pasó en realidad, porque nuestro
soldadito cayó a la calle donde quedó tirado con la pierna en alto,
apoyado sobre su gorro militar y, para colmo de males, con su
fusil enganchado entre dos piedras. Cuando el niño bajó a
buscarlo, no lo encontró.
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