Page 115 - LUGARES FANTASTICOS
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—Te acompañaré por un día más y te ayudaré a entregar esa
piedra roja. Pero es necesario unirme pronto a mis hermanas. —
Mientras decía esto, picoteaba el rubí para tratar de arrancarlo. No
fue una tarea fácil, pero cuando logró zafarlo voló directamente
hasta la ventana que le indicó el Príncipe.
Cansada y débil, la bordadora se había quedado dormida sobre
la mesa. La golondrina dejó el rubí dentro del costurero y luego se
acercó a la cama del niño, quien se movía inquieto por la fiebre. Lo
abanicó con las alas hasta que se durmió. Después, regresó a los
pies de la estatua a descansar.
A la mañana siguiente, la golondrina se zambulló en las frescas
aguas del río y de allí voló hasta lo alto del campanario de la iglesia,
donde el sol se encargó de secar sus hermosas plumas.
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