Page 114 - LUGARES FANTASTICOS
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—¿Quién eres? —le preguntó.
—Me llaman el Príncipe Feliz —contestó la estatua.
—Y si eres feliz… ¿por qué estás llorando?
—Porque me han situado tan alto que nada de lo que pasa en mi ciudad
me es ajeno. Aunque antes fui humano, nunca conocí las lágrimas. En mi
palacio no entraba el dolor y todo lo que me rodeaba era hermoso. Pero
ahora ya estoy muerto, mi corazón es de plomo y desde acá veo, día y
noche, las miserias de los habitantes. Por eso no ceso de llorar… Lamento
haber mojado tus plumas.
—No te preocupes por eso. Y ¿a quién veías cuando empezaste a llorar?
—¡Oh! Allá lejos divisé a una pobre mujer. Su hijito está enfermo y no
tiene nada para ofrecerle. Hasta que el sol se oculta borda vestidos ajenos
y es poco lo que recibe por su trabajo —se le quebró la voz—. Deseo
ayudarla regalándole el rubí de mi espada, ¡pero no puedo moverme! Estoy
preso entre esta cubierta de oro.
La golondrina meditó un rato. Debía alcanzar la bandada y ya se había
demorado más de la cuenta. Pero la tristeza del Príncipe la conmovió.
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