Page 51 - FANTASTICOS SUENOS
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Fue tal el asombro de Aladino y su madre que
solo pidieron alimentos. Al instante, el genio llenó
el salón de hermosas bandejas de plata con los más
exquisitos manjares con los cuales satisficieron su apetito.
A partir de ese momento, Aladino y su madre comenzaron una
vida mucho más cómoda dedicada al oficio de mercaderes, con
ayuda del genio que proveía lo necesario.
Cierto día, Aladino vio a la hija del Sultán, Halima, y quedó
prendado de su belleza.
—Me parece absurdo que te enamores de esa joven —opinó la
madre—, pero si te hace feliz, le pediré al Sultán la mano de su hija
—se quedó pensativa—. Debo llevarle un presente.
Aladino recordó los cristales que había recogido en la caverna y
acordaron ofrecérselos. Una vez en presencia del Sultán, la madre de
Aladino se los entregó dejándolo muy impresionado.
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