Page 50 - FANTASTICOS SUENOS
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—Date prisa,
muchacho. ¡Alcánzame
la lámpara!
—Primero déjame salir —pidió
Aladino, temeroso de quedarse allí
encerrado.
Ante la desobediencia del joven, el mago montó en cólera, lo
empujó hacia el interior de la caverna y la hendidura de la roca se
cerró. En medio de la penumbra Aladino sintió frío, y al frotarse las
manos para entrar en calor una luz maravillosa inundó el lugar.
—Soy el esclavo del anillo. Dime, amo, ¿qué deseas? —preguntó el
genio, ataviado con extraña vestidura.
—Quiero ir a casa —respondió Aladino, aturdido por lo que estaba
pasando. Al instante, llegó junto a su madre con la lámpara en las
manos y le contó todo lo sucedido. Se dieron cuenta de que el
hombre les había mentido y, aunque decepcionados por el engaño,
trataron de sacar provecho de lo ocurrido vendiendo la lámpara.
La mujer quiso limpiarla un poco y, al frotarla, un genio de mayor
tamaño que el del anillo salió del aparato y dijo:
—Soy el esclavo de la lámpara. Dime, ama, ¿qué deseas?
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