Page 45 - FANTASTICOS SUENOS
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—Son frescas y de buen
sabor —le explicó el descono-
cido—. Si quieres te las daré a
cambio de la vaca.
Periquín no lo pensó dos
veces, hizo el trueque y re-
gresó muy contento a su casa.
Pero como era de esperarse, su
madre no vio con buenos ojos
ese negocio; furiosa arrojó las
habichuelas afuera de la casa y
se puso a llorar desconsolada.
Al día siguiente, Periquín se
levantó y observó sorprendido
que las habichuelas habían
crecido tanto durante la noche,
que las ramas más altas ya no
podían verse. Sin dudarlo, trepó por la planta y subió y subió. Llegó
así a un país desconocido.
Entró en un gran castillo y oyó a un gigante que le gritaba
a una gallina:
— ¡Debes poner un huevo de oro, ya! —Y en el acto, la gallina
dejó caer un huevo de oro.
Periquín esperó a que el gigante se durmiera, tomó la gallina
y bajó de nuevo a su casa a contarle a su mamá lo sucedido; la
mujer se puso muy contenta y se fueron a vender los huevos. Con el
dinero que ganaron pudieron vivir cómodamente. Pero, el día menos
esperado, la gallina murió y Periquín tuvo que volver al castillo.
En aquel momento, el gigante se encontraba contando muchas
monedas de oro que metía en una enorme bolsa. De nuevo, Periquín
esperó a que el hombre se durmiera y se llevó la bolsa llena de oro.
Con este dinero Periquín y su mamá pudieron sobrevivir por otro
buen tiempo.
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