Page 46 - FANTASTICOS SUENOS
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Sin embargo,
llegó el día en que
el oro también se acabó. Por tercera
vez, Periquín trepó por las ramas de las habichuelas y vio que
el gigante guardaba una cajita con monedas de oro.
Periquín esperó a que el gigante cayera en un profundo sueño,
tomó la cajita prodigiosa y se la guardó. Estaba a punto de salir
corriendo cuando lo detuvo el sonido de un arpa.
“¡Qué maravilla!”, pensó. “Esta arpa es mágica, no hay una mano
que pulse sus cuerdas. ¡Qué bella música!”. Gratamente sorprendido
por este instrumento, levantó el arpa para llevársela consigo, pero
como estaba encantada ésta empezó a gritar:
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