Page 18 - FANTASTICOS SUENOS
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Cenicienta había alcanzado a llegar a su casa
antes que las demás. Tan pronto bajó del
carruaje, el encanto desapareció por
arte de magia. Durante los días que
siguieron, en la casa no se hablaba
sino de lo sucedido en la fiesta
del Rey. Toda la gente de la
comarca se visitaba, tratan-
do de hallar a la misteriosa
joven en algún lugar. El Rey,
mientras tanto, apoyó a su
hijo en el plan que había
urdido: probar la zapatilla a
todas las jóvenes del reino,
casa por casa.
¡Otra vez, los habitantes se
conmocionaron! El Príncipe fue
probando en una y otra vivienda
su preciado tesoro. Así llegó a la
casa de Cenicienta, donde por
más que las hermanastras
trataron de hacer entrar
sus enormes pies en la
delicada zapatilla, ninguna
lo logró.
Nadie mencionó que había otra joven en la casa, porque
¡cómo podía ser Cenicienta la dueña de la zapatilla! ¡Era totalmente
imposible! Pero un servidor del Príncipe la vio regando el avellano
y se lo contó a su señor. Muy avergonzada y con la cabeza baja,
acudió Cenicienta al llamado del Príncipe: y la zapatilla le calzó a las
mil maravillas.
— ¡Tú eres la joven que busco! —exclamó—. Juré ante mi padre
que me casaría con la mujer a la que le quedara esta delicada zapatilla.
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