Page 162 - FANTASTICOS SUENOS
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—No te lamentes —dijo el niño—, llegarán tus recuerdos y te
acompañarán.
—Sí, pero yo no tengo recuerdos —insistió el soldado de plomo.
Volvió el anciano con dulces y confituras, y el pequeño ya no se
acordó más del soldado.
Semanas más tarde, el chiquillo repitió la visita y dialogó de nuevo
con el soldado de plomo, mientras el viejo iba por un postre.
— ¡No resisto más estar aquí! —exclamó el soldado—. Qué tristeza
la de esta casa. ¡Prefiero ir a la guerra!
—Lo siento —dijo el niño—. Ahora le perteneces a él y tienes que
quedarte. ¿No lo comprendes?
— ¡Quiero irme de aquí! —gritó el soldado de plomo y cayó
al suelo.
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