Page 134 - FANTASTICOS SUENOS
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y casi deshicieron la cueva a golpes. Como Pulgarcito no apareció
por ningún lado, al llegar la noche los hombres se vieron obligados a
continuar su viaje. El pequeñito temía atravesar los campos de noche,
así que aprovechó una concha de caracol vacía para dormir con
tranquilidad; pero unas voces desconocidas lo despertaron.
— ¿Cómo haremos para robar todo el dinero que hay en la iglesia?
—preguntó un hombre.
— ¡Yo podría decírtelo! —gritó Pulgarcito desde su escondite.
Asustados al oír la vocecita y no ver a nadie, los ladrones se
detuvieron a inspeccionar el terreno. Cuando hallaron al niño,
éste les pidió que lo llevaran con ellos para ayudarlos, y les
dijo que por ser tan chiquito podría entrar por los barrotes
de la ventana y pasarles todo cuanto quisieran de ese
lugar.
Al llegar a la iglesia, los ladrones colocaron a
Pulgarcito en la ventana, pero él de inmediato
se puso a gritar y los ladrones se alejaron.
—Ese muchachito se ha burlado de
nosotros —cuchicheaban entre sí—.
Pero volvamos, para que nos pase el
dinero que haya encontrado.
Pulgarcito aceptó darles todo, pero
para ello debían meter los brazos
por entre los barrotes de la ventana.
Así lo hicieron los hombres y de
nuevo el pequeñito gritó. La criada
se levantó para inspeccionar todos
los rincones y los ladrones, al ver la
luz de la vela, huyeron temerosos de
ser descubiertos. Entonces, el niño corrió
hasta el establo, trepó por los fardos de
forraje y allí se quedó dormido.
Al día siguiente, la criada sacó forraje para darle de
comer a las vacas, y encima de la hierba se fue Pulgarcito,
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