Page 136 - FANTASTICOS SUENOS
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lejos, aunque cubierto de baba, ante la mirada atónita del cura y de
su criada. Pero ahí no pararon las aventuras del pequeñito, porque un
lobo vagabundo que curioseaba el lugar lo atrapó por la espalda con
sus fuertes colmillos y emprendió la huida rumbo a su caverna.
A pesar del susto, Pulgarcito, a la vez que movía los brazos y las
piernas, tuvo una brillante idea:
—Oye, lobo —le dijo—, conozco un lugar donde encontrarás
muchísima comida —y le fue describiendo dónde estaba la casa,
cómo podía entrar por el agujero que había en la puerta de la cocina
y las delicias que guardaban allí. De solo imaginárselo, al lobo se
le hacía agua la boca; así que se dirigió hasta el lugar, entró como
el niño se lo había indicado y se comió todo lo que halló en la
despensa. Cuando quiso salir, su barriga era tan grande que
no pudo pasar por el mismo agujero.
Por supuesto, Pulgarcito sabía lo que le ocurriría
al lobo cuando se hartara con tanta comida.
Así que de nuevo comenzó a gritar mientras el
lobo miraba para todos lados, temiendo que los
habitantes de la casa se despertaran. Y eso fue
precisamente lo que ocurrió. Lo que el lobo no
sabía era que allí vivían los padres de Pulgarcito, y lo
había engañado a propósito.
Como los papás lo vieron indigesto, salieron
de la cocina y aseguraron todas las puertas. Al día
siguiente ya sabrían qué hacer con el peligroso lobo.
Esa noche, padres e hijo estaban felices. Pulgarcito
les relató todas sus aventuras. Como olía tan mal, la
madre le preparó un buen baño para que durmiera
tranquilo.
Cuando amaneció, fueron a la cocina
preparados para enfrentar al lobo, pero se
encontraron con la sorpresa de que el temible
animal había huido por el mismo agujero
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