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Importancia de conocer al público
Cuando, lo antes posible, se entra en materia propiamente
dicha, debe hacerse de forma ordenada y lógica. Deben in-
cluirse todos los conceptos necesarios y ordenarse a partir
de un mismo criterio, que pueden ser sus características, su
cronología, su importancia, etcétera.
Esta parte del discurso debe ocupar entre un 70 y 80% del
tiempo disponible, y con base en ello se debe decidir la can-
tidad de conceptos que van a incluirse. No se recomienda
memorizar la exposición, y de ningún modo limitarse a leerla,
pero sí es imprescindible haberla preparado antes.
Es mejor utilizar frases cortas y palabras concisas. También
es imprescindible modular la voz para reforzar las ideas y
evitar las monótonas letanías. No debe permitirse que la voz
baje al final de las frases, que es precisamente cuando debe
reforzar la idea que se comunica.
Si el orador está sentado, debe mantenerse erguido para hacer
llegar su voz al auditorio; si está de pie, debe mantener una
pierna adelantada, el pecho bien destacado y la espalda recta.
Hay que intentar evitar hacer gestos o tics que delaten el ner-
viosismo, por otro lado normal. Mantener la vista en los pape-
les, el suelo o el techo es una de las pruebas más frecuentes.
En su lugar, la vista debe dirigirse a los ojos de los asistentes.
Se supone que el orador es un experto en la materia, por lo
que se espera escuchar su visión personal. Es importante
aportar toda la información necesaria, utilizando apoyos vi-
suales como gráficos, imágenes o datos, con la profundidad
que requiera la especialización del auditorio.
No se trata de aportar todos los datos disponibles, sino
únicamente los necesarios para cumplir los objetivos de la
exposición. Una charla introductoria para profanos en la
materia no requiere, ni le conviene, profundizar tanto en los
detalles como una conferencia en un simposio de expertos.
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