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Impacte en público
La mirada
Es importante mirar a nuestro auditorio de manera constante y
amplia. Delante de un auditorio lo mejor es pasear la vista por
todo él y de forma pausada. De esta manera podemos ir com-
probando el impacto de la explicación y el grado de atención que
despierta. El público se siente seguro cuando la mirada cubre
la totalidad del escenario y cuando se demuestra que estamos
atentos a cualquier comportamiento del auditorio.
Si nos dirigimos al público mirando a cualquier otra parte donde
podamos esquivar las miradas de la gente, parece que tenemos
miedo de comprobar que nos miran. El auditorio también puede
pensar que no tenemos interés en comunicarnos y esto anula
inmediatamente la eficacia del mensaje.
Debemos evitar las miradas cortas e inquietas. Si mirar a los ojos
nos resulta incómodo, lo mejor es mirar a la frente ya que da la
misma impresión. Si el número de personas asistentes no permite
miradas individuales, las realizaremos de forma global.
Mirar a la audiencia es una forma de mantener la atención, la
persona que percibe nuestra mirada experimenta la sensación de
que se le habla a ella; por el contrario, si un sector no recibe nues-
tra mirada, tendrá la sensación de que no lo tenemos en cuenta.
Controlaremos el tiempo de forma natural, sin que parezca que
estamos pendientes de ello. Si llevamos el reloj en la muñeca, no
debemos mirarlo con frecuencia.
En muchas ocasiones nuestros ademanes y posturas pueden
«perjudicar» una intervención bien preparada: brazos como aspas
de molino, balanceo, inexpresividad, actitud pasiva, manos escon-
didas bajo la mesa, etcétera; por ello es necesario en ocasiones
dominar nuestra espontaneidad.
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