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ELABORAR LOS DUELOS 20 20
un día se reviste de materia, pero hay más cuerpos además del físico:
cuerpo etérico, cuerpo astral, cuerpo emocional, entre otros.
La muerte, entonces, no es aniquilación, sino paso
entre vidas y cambio de lo material a lo espiri-
tual. Un cambio en el que tu esencia permane-
ce, del mismo modo que el agua sigue siendo
agua cuando se evapora. Al morir sigues vi-
viendo y regresas al mundo de Dios del que
habías venido. Morir es volver a casa. ¿Y qué
haces allá? Vivir, o sea, amar, creer, crear, re-
lacionarte y seguir evolucionando. No le te-
mas al más allá, sino a vivir mal en el más acá.
VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
Las personas que han estado clínicamente muertas cuentan cosas como:
• “Nadie me juzgó, yo misma vi en qué había acertado o fallado y supe que
volvía a la tierra a llenar cada espacio de amor”.
• “Me vi ante una luz que no se puede describir y una voz amorosa me preguntó:
¿qué has hecho por los demás? ¿Qué has hecho con tu vida? Se te da una
oportunidad de volver a atesorar amor en lugar de atesorar cosas”.
• “Es la sensación más hermosa que he conocido, es amor puro y absoluto, es
paz y armonía. Era todo belleza y amor infinito. Desde entonces, los apegos
materiales no cuentan porque sé que son engañosos”.
• “Cuando sales del cuerpo llegas a una luz que irradia amor puro y una paz que
no se puede describir. Lo más valioso es que tomas conciencia de tu esencia y
de que estás en la tierra con una sola misión: amarte y amar”.
RELACIONES 89








































































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