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RELAJACIÓN Y SANACIÓN
Aprende a respirar profundo y convierte
esto en un hábito. Puedes ayudarte con una
música suave de fondo. Toma el aire por
la nariz y por allí mismo lo sueltas. Que tu
respiración sea profunda y abdominal: el
vientre debe salir un poco cuando inhalas
y debe volver a su estado normal cuando
exhalas.
Después, recorre lentamente todo el cuerpo
distensionando, todos los órganos, paso a
paso. Ya relajado, visualízate inmerso en
una luz muy bella que también ilumina todo
tu ser internamente. Esa luz es el mismo
Dios y sientes que te llena de amor y paz.
En este estado, puedes ir a una experiencia
negativa de tu vida, la enfocas y sales rápido
de allí. Luego te sientes con Dios, te repites
que eres un ser de amor y un espíritu que no
es afectado por hechos materiales.
En realidad nada puede dañar tu espíritu.
Con esa certeza y con mucho amor, vuelves
a la escena negativa y la enfocas con
profundo amor. Verás que lo puedes hacer
y sanarla.
Perdona si es necesario, te conectas con
Dios y miras con amor los hechos y las
personas. La observas con amor y paz, y
haces un nuevo encuadre en tu interior,
enfocando con detalle todas las variables:
colores, brillo, sonidos, aromas, texturas, en
fin, todo lo que impacta tus sentidos.
Así, a nivel del subconsciente grabas un nuevo
enfoque, borras una programación y creas
otra. La buena noticia es que hay pocos males
irreparables y que puedes ver con nuevos ojos
y pensar de otra manera.
RELACIONES 33