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serenas y pacíficas
serenas y pacíficas
Parece una labor imposible,
pero puedes llegar a una
aceptación serena de los hechos
por más graves que sean.
Hay penas que desbordan
la imaginación y cuyo peso
abruma, son golpes que trituran,
hieren y aplastan.
Los sueños quedan truncados, no encuentras paliativos, las defensas se bajan y el
dolor es superlativo. Por eso mismo, necesitas paz interior, apelar a toda tu fuerza
interna y no separarte de Dios.
No es Él quien te castiga ni te prueba, no, es la misma vida elegida por ti antes de
nacer. Parece extraño, pero tú mismo trazaste tu destino libremente en sus líneas
fundamentales, guiado por Dios.
Así, un dolor te enseña aceptación; una pérdida, desapego; aquella herida, tole-
rancia y este agravio, perdón. Con cada golpe creces si tu mirada es espiritual y
vas más allá de lo aparente. Dios está contigo y no temas.
UNA PLEGARIA PARA ESTAR MEJOR
Dios mío, a veces dudo de ti cuando el destino me aturde, pero tú nunca me
abandonas. Quiero aceptar las pruebas como aprendizajes y entender que no
llegan por voluntad tuya, sino por la vida misma.
Paso a paso salgo del pantano si aumento mi fe, busco ayuda, persevero y afianzo
mi esperanza. Las tormentas pasan y, un día, el sol brilla, los caminos se abren y
es posible volver a soñar.
Eres un instrumento de paz si donde haya odio, siembras amor;
donde hay injuria, perdón.
Francisco de Asís
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