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“Solo hay dos medios de pagar las deudas: por el trabajo y por el ahorro”. Thomas Carlyle
relativo o poco importante al futuro.
En esos casos, aun con variables que
favorezcan la acumulación de exce-
dente, el ahorro es magro o nulo.
La otra cara de la moneda la in-
tegran las personas a las que les
preocupa de manera superlativa
lo que puede aguardarles el tiem-
po por venir. El ahorro se convierte
en una suerte de reaseguro o de
muro de contención frente a po-
sibles imprevistos. Entonces, aun
en las condiciones más desfavora-
bles, siempre hallan la manera de
que cada mes exista un exceden-
te y pueda guardarse. Entre uno y
otro extremo se ubica la mayoría de
la población, sujeta a los vaivenes
de las condiciones objetivas de la
economía.
El ahorro en la antigüedad
Tanto los incas como los egipcios y los
chinos comprendieron que el ahorro era
un elemento sustancial para la supervi-
vencia. Unos y otros atesoraban parte
de las cosechas para poder alimentar al
conjunto de la sociedad cuando las con-
diciones climáticas impidieran la siem-
bra y la cosecha.
Consumo
Dejemos establecido de antemano
que aquellos grupos familiares con
muy bajos niveles de ingreso no
solo no pueden ahorrar, sino que
en muchos casos “desahorran”, o
sea, se endeudan con tal de satis-
facer el consumo. Para quienes no
atraviesan por dicha situación e in-
cluso en aquellas familias que per-
ciben una renta elevada suele existir
lo que los economistas denominan
“propensión marginal al consumo”.
Esta es la tendencia a incrementar el
nivel de consumo conforme se eleva
la renta. Dicha propensión no sola-
mente es una política de alto riesgo
para la familia en la medida en que
elimina el futuro como variable: es
también perjudicial para cualquier
país con una economía normal y
sana. La falta de ahorro interno en
una nación reduce notablemente la
presencia del crédito, indispensable
para el normal funcionamiento del
sistema productivo.
Un fenómeno parecido se da en el
seno de una familia. La inexistencia
de reservas monetarias obliga a en-
frentar cualquier tipo de imprevisto
con “desahorro”, o sea, con deuda.
Utilización de los recursos
Consumo y ahorro están íntimamen-
te ligados a esta última variante: el
buen o mal empleo de los recursos
disponibles. Cuando gastamos mal,
nuestro consumo aumenta; y si lo ha-
cemos bien, disminuye. Por ejemplo:
derrochar luz, gas, agua o llamadas
telefónicas es una de las formas de
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