Page 155 - LUGARES FANTASTICOS
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—Es un inocente quien habla, ¿por qué no creerle? —dijo el padre
del niño y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de
mencionar el pequeño:
—¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!
—Pero si no lleva nada —gritó, al fin, el pueblo entero—. ¡Entonces
el Emperador está desnudo!
Aquello inquietó al soberano, comprendiendo que el pueblo tenía
razón. En ese momento sintió mucha vergüenza y apresuró el paso
hasta llegar al palacio, de donde no volvió a salir durante muchísimo
tiempo. El Emperador fue víctima de su vanidad y de su orgullo.
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