Page 152 - LUGARES FANTASTICOS
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El Emperador decidió enviar a un mensajero para que se
cerciorara del trabajo de los dos sastres. Escogió al más viejo de sus
ministros, a quien consideraba honrado e inteligente.
El funcionario se presentó en el taller de los falsos sastres,
quienes trabajaban en telares vacíos. “¡Dios nos ampare!”, pensó
el ministro agrandando los ojos. “¡No veo nada!”, continuó
reflexionando, mas no pronunció palabra.
Los dos pícaros le rogaron que se acercara y le preguntaron si no
encontraba magníficos el color y el diseño. Le señalaban el telar
vacío, y el pobre hombre seguía sin entender.
“Si digo que no he visto nada, me tacharán de ignorante e
incapaz y tal vez el Emperador me corra”, continuó pensando.
—¿No dice nada del tejido? —interrumpió sus pensamientos
uno de los falsos sastres.
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