Page 72 - FANTASTICOS SUENOS
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Cuando llegó, sin dejar de bailar y sollozando, le suplicó desde
la puerta:
—¡Sal! ¡Sal! No puedo entrar porque estoy bailando.
—¿Acaso no sabes quién soy? ¡Yo soy un hombre malvado y no
quiero ayudar a nadie!
—¡No me digas eso! —exclamó Karen—. Por favor, quítame estas
zapatillas rojas para dejar de bailar.