Page 131 - FANTASTICOS SUENOS
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— ¡Qué hermoso es nuestro hijo!
Mi deseo se ha cumplido. Lo llamaremos Pulgarcito. ¿Estás de
acuerdo? —le preguntó a su esposo.
—Has escogido el mejor nombre para él. ¡Estoy tan orgulloso!
Pulgarcito era feliz, tenía unos padres amorosos que lo cuidaban,
buena comida, juegos… Aunque fue muy poco lo que creció, su
inteligencia era cada vez más grande; aprendía rápido y lograba todo
lo que quería.
Un día, su padre tuvo que ir al bosque a cortar leña. Pulgarcito se
ofreció a ayudarlo y llevar al mediodía la carreta para transportarla.
El padre le recordó que era muy pequeño para sujetar un caballo
con las riendas, pero el niño tenía su propio modo de hacer las cosas:
sentado en el cuello del animal, cerca de su oreja, le indicaba por
dónde debía marchar. Al rodear un matorral, Pulgarcito apuró al
caballo, gritándole: “¡Arre, arre!”. En ese momento, dos viajeros que
pasaban por el lugar se quedaron boquiabiertos, mirando la
carreta sin conductor.
— ¡Qué cosa tan extraña! —exclamó uno—. La carreta
va rodando; alguien azuza al caballo, pero no se ve.
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