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LA SOCIEDAD
Ermitaño:
Persona que profesa vida
solitaria, como el monje.
Remoto: Distante, aparta-
do, lejano.
Se dice que el cilindro que con-
tiene algunas disposiciones del
emperador persa Ciro (575-
530 a.C.) es el antecedente
más remoto que existe de los
actuales derechos de las per-
sonas.
104 Desarrollo Integral
Aspiraciones sociales
Es verdad que todos hemos atravesado momentos en los que
desearíamos convertirnos en ermitaños y vivir aislados, depen-
diendo sólo de nuestros propios recursos, pero esto es nada más
un impulso pasajero. Hemos oído repetir que los humanos so-
mos seres sociales, y que nos desarrollamos plenamente cuando
asociamos nuestra vida a las de otros. Pero, ¿qué nos mueve en
sociedad? ¿A que debemos la resolución que nos impulsa a agru-
parnos?
Seguramente conservamos la convicción, aparecida en los
tiempos más remotos de la humanidad, de que juntos somos más
fuertes. Vivimos en sociedad por dos razones principales: com-
partimos las tareas necesarias para nuestra subsistencia y prote-
gemos más fácilmente nuestra persona, nuestra familia y nuestro
patrimonio.
Encontramos así los dos objetivos primarios para la sociedad:
apoyo a la subsistencia y seguridad, y sin duda estas metas están
aún vigentes. Pero la sociedad evolucionó y se hizo más comple-
ja y, como bien dijo Thomas Hobbes, un filósofo inglés del siglo
xvii: “El hombre es el lobo del hombre”. Así, muy pronto apa-
recieron formas de dominación de algunos seres humanos sobre
otros. La esclavitud, la servidumbre, y el desprecio de los pode-
rosos por los débiles, condujeron a la aspiración de hacer valer la
condición humana y devolverle la dignidad que se le negaba.
Aspiraciones reclamadas como derechos
Observamos entonces que el ser humano empieza a tener claras
aspiraciones fundamentales que puede exigir de la sociedad a la
que se integra: conservar su dignidad personal, apoyo para su sub-
sistencia y seguridad. Como ya hemos tratado en esta colección,
a partir del siglo xvi se inicia un movimiento que culmina en el
siglo xviii, al estallar la Revolución Francesa, con la Declaración
de los derechos del hombre y el ciudadano.
Como veremos en la página siguiente, estas ideas han seguido
evolucionando y hoy podemos decir que la plena vigencia de los
derechos de las personas debe ser el más alto objetivo de las socie-
dades, pues en ellos se reúnen los mayores anhelos de los indivi-
duos que las conforman.