Page 133 - CUADERNO-4
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costa quién estaba al otro extremo de su hilo,
quién sería su futura mujer. La bruja acudió al
palacio y gracias a uno de sus extraños brebajes, el
emperador pudo ver el hilo rojo atado a su dedo.
Comenzó a seguir el hilo y llegó hasta un pueblo rural
donde vivía gente muy humilde. Atravesando callejuelas,
el hilo le condujo hasta el mercado, donde las
mujeres vendían fruta y verdura mientras
sus chiquillos correteaban formando un gran
alboroto. En uno de los puestos vio a una pobre
campesina que amamantaba a un bebé, al
tiempo que ofrecía en cestas la cosecha del día
anterior. Asombrado, comprobó que su hilo
terminaba en el dedo de esa sencilla mujer.
–Señor –le dijo la bruja mirándole a
los ojos– como puede ver, hasta
aquí llega el
hilo rojo. Eso
significa que su
destino está en
la mujer que
tiene frente
a usted.
El emperador se enfadó
muchísimo, pensando que
la bruja se burlaba de él.
–¿Estás insinuando que yo tengo
o tendré algo que ver con esta
campesina harapienta? –le preguntó
fulminándola con la mirada.
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