Page 99 - CUADERNO-3
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–¿Comida? No, no puedo. No tengo nada
que compartir con ustedes –dijo la mujer.
–¡Gracias! –contestaron los tres hombres.
Iván tocó otra puerta, pero obtuvo
un resultado parecido: nadie abrió y
mucho menos los invitaron a cenar.
–¡Qué gente más egoísta!
–dijo uno de los viajeros.
–Vamos a hacer una sopa de
piedras y ya verán –dijo otro.
Los viajeros prendieron una fogata
en medio de la aldea. Sobre el fuego
colocaron una olla que encontraron
abandonada en un patio.
–Vamos al arroyo por agua
–dijo uno de los jóvenes.
–Está bien. Y no olviden traer unas
piedras para la sopa –gritó Iván
para asegurarse que todos en el
pueblo lo oyeran–. Pero elijan
unas sabrosas y redonditas.
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