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rra, Tolle afirma que las emociones son el “cuerpo del dolor”. Muchas personas
se identifican no con su esencia espiritual, sino con su cuerpo y las emociones se
incuban en el interior e impiden todo avance espiritual al tiempo que impiden al-
canzar la paz interior que es la misma felicidad.
ESCUCHA TU CUERPO
Cuando el cuerpo se enferma es el alma la que está pidiendo auxilio y reclaman-
do tu atención. La enfermedad es, por así decirlo, una mensajera de los dioses y
una amiga, no una adversaria. Un buen médico nunca separa el cuerpo del espí-
ritu y sabe que somatizamos en el cuerpo los vacíos del alma.
Hay muchos libros sobre este tema y uno de ellos es Escucha tu cuerpo de Lise
Bourbeau. En él se describen algunas explicaciones de las enfermedades, las
emociones y las conductas que las originan.
Algo similar se lee en La enfermedad como camino, un estudio alemán de hace
años que, asumiéndolo con sentido crítico, conserva su vigencia. Qué bueno que
profundices en esto por tu propio bien, escuches tu cuerpo, lo cuides y lo ames.
Ojalá, los médicos racionales abran su mente y acepten que sus pacientes son
mucho más que huesos, músculos, sangre y nervios. Toda enfermedad llega a la
vida con un propósito terapéutico de cambio y sanación interior. La enfermedad
es una buena amiga que, con el dolor como maestro, convoca a un despertar.
Esa y no otra es su razón de ser: viene a sacudirte para que evoluciones y te pulas
espiritualmente. Por eso, hay enfermos que antes eran rebeldes y ahora son seres de
paz y vibran en el verdadero amor. La enfermedad te quebranta y te deja valiosos
regalos como el desapego, el perdón, la entrega, la aceptación y la humildad. Estas
últimas las aprendes al depender de los otros, dejándote atender y cuidar. No es fácil
cuando has sido autónomo y siempre has querido hacer las cosas por ti mismo. En-
tonces la maestra enfermedad te dice: “Deja el orgullo y consiente que te alimenten,
te bañen y te vistan”. ¡Buena lección!
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