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cicio para ejemplificar esto. Inclínate
poniendo tus codos sobre las rodillas y
la cara entre las manos, cierra tus ojos
y rememora poco a poco una crisis en
tu vida. Luego échate hacia atrás en
una posición relajada, cierra tus ojos y
revive la misma crisis. Percibirás cómo
en la segunda postura el mal se atenúa
y te sientes mejor. Más aún, el proble-
ma puede esfumarse.
Elige por tanto, caminar erguido y con
una postura airosa y positiva, hacia
arriba, no hacia abajo; porque al mo-
verte así elevas tus pensamientos y tu
estado anímico. No es casualidad que
en los credos se levanten las manos
a lo alto como un medio de levantar
también el espíritu. En suma, brillan
lucecitas de esperanza si decides co-
nocer tu comunicación, examinar tus
creencias y dedicarte a lograr cambios
internos.
Ten presente que los movimientos su-
ben el aliento o lo derrumban porque en el código genético están relacionados los
pensamientos, posturas y emociones. Cuando uno modifica movimientos tam-
bién cambia el estado mental y emocional. Renueva tu manera de caminar o de
escribir y, si eres perseverante, notarás transformaciones en tu estado mental y
anímico.
En tu vida pierden fuerza los vientos derrotistas y hay menos sombras amena-
zantes cuando eliges pensar, hablar, preguntarte y moverte en clave positiva. Eres
lo que crees, lo que piensas y lo que sientes. Eres sabio cuando te conoces y te
controlas, ya que poderoso es quien gobierna su mente y sus emociones, no el
que domina a otros.
RELACIONES 25

































































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