Page 108 - 4 Trabajo en equipo
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“El inteligente no es el que tiene muchas ideas, sino el que sabe usarlas”. Anónimo
Capítulo 11
honores. Un dato más respecto de
su espíritu creativo e inusual: al jo-
ven James, que se había prestado a
su primer experimento, le regaló una
casa con jardín y él mismo se dedicó
a regar sus flores durante años.
En resumen, un cambio en el modo
de plantear la pregunta, asumido por
un ser excepcional, acarreó una nove-
dosa y fundamental respuesta. Y de-
cimos “excepcional” no porque otro
no pueda poner en juego esa capaci-
dad creativa, sino porque pocos son
los que demuestran esa cualidad que
todos poseemos en potencia.
Ver donde los demás miran
Uno de los secretos para dar res-
puestas novedosas es ignorar las
múltiples razones que oímos a nues-
tro alrededor. Es como contemplar el
mismo objeto que todos los demás,
pero verlo desde una óptica nueva,
valiente, serena.
Vayamos a otro ejemplo. Trabaja-
mos en una fábrica de bicicletas. To-
dos nos devanamos los sesos para de-
cidir qué agregarles a las nuestras para
bajar o al menos conservar su precio
de venta, ya que la competencia nos
gana el mercado cada día más y a
un precio menor. Pero hacemos una
y otra vez los cálculos de costos y no
se pueden vender más baratas, me-
nos aún si se les agrega algún nuevo
atractivo. Tampoco hay fondos para
hacer publicidad con los márgenes de
utilidad cada vez más magros.
Mientras todos hacen cálculos,
usted va a los almacenes, toma una
bicicleta y sale a dar una vuelta. Lue-
go la observa, la levanta, le toma el
peso y comienza a cuestionarse qué
partes de esta, que se hacen en alu-
minio, podrían hacerse en material
plástico sin que se afecten su fun-
ción ni su resistencia al peso. Así
descubre una alternativa de notoria
baja en los costos. No se trata de au-
mentar el precio, sino de mantener
la calidad y bajarlo.
Ante un problema que parece sin
salida:
1) Hay que moverse, ponerse en ac-
ción. Dijo Edison: “Las grandes
ideas se originan en los múscu-
los”. Esto es, venza el letargo
de pensar siempre de la misma
manera.
2) No mire el problema como un
todo angustiante. Observe los
detalles. Ese “todo” no es más
que la suma de ellos.
3) Concéntrese en su problema, y si
este no le dice nada, enfóquese
en otro, hasta que surja el sol de
la gran solución.
4) Seguramente usted es parte del
problema, o por lo menos lo es
la perspectiva con que lo está en-
frentando. Pregúntese: ¿desde
dónde considero la cuestión? ¿Por
qué persisto en este planteamien-
to? ¿Qué ocurre si lo cambio?
Tenga en cuenta que la respuesta
está ahí; usted, reiteramos, debe ver
donde los demás solo miran.
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