Page 59 - 2 Pensar en positivo
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“Gracias a la memoria, se da en los hombres lo que se llama experiencia”. Aristóteles
el mecanismo es inexorable. Lo que
no sirve se desecha sin piedad.
Codificación
Superadas las tres fases anteriores
con éxito, se procede entonces a la
clasificación y el guardado de la ex-
periencia o el dato.
¿Dónde lo dejé?
Pero esta maravillosa “biblioteca”,
que acumula una indefinida canti-
dad de información, puede jugarnos
malas pasadas. Llegar al estaciona-
miento y comprobar que hemos ol-
vidado las llaves del auto, arribar a
casa luego de la jornada de traba-
jo y advertir que olvidamos nuestro
aniversario de casados, o ser inca-
paces de recordar el nombre de una
película, de un libro o de alguien
cuyo rostro nos es absolutamente
familiar, son algunas de las jugarre-
tas que suele hacernos la memoria
a menudo. ¿Por qué suceden esos
olvidos?
Lo primero que debemos acla-
rar es que la memoria funciona por
asociación: graba una palabra o un
nombre asociándolo a un concepto
o a un grupo de conceptos relacio-
nados con ella. Así, por ejemplo, si
nosotros registramos el título del li-
bro de Umberto Eco El nombre de la
rosa, vinculándolo con una serie de
crímenes que ocurren en una abadía
medieval, y alguien nos dice: “Es ese
libro en el que el protagonista era
un monje investigador que tenía un
asistente llamado Adso”, sabremos
de qué nos habla pero nos resultará
difícil recuperar el nombre del libro,
porque en nuestro archivo está en
otro “cajón”. En nuestra memoria,
El nombre de la rosa figura asocia-
do con una serie de crímenes en un
convento, y no con un monje inves-
tigador que tiene un asistente de
nombre Adso.
Otra de las triquiñuelas que sue-
le jugarnos la memoria es, como
apuntábamos, el olvido de un cum-
pleaños o de cerrar la llave del gas.
En esta situación, lo que no ha fun-
cionado correctamente (siempre por
algún error nuestro) es la memoria
de corto plazo.
Dijimos antes que la memoria de
largo plazo es la que almacena lo
importante, lo determinante para
nosotros; la de corto plazo, en cam-
bio, guarda pocos datos y durante
un breve tiempo porque la utiliza-
mos para llevar a cabo actos rutina-
rios, a los que no les asignamos más
valor que el de tener que realizarlos
obligatoriamente para desarrollar
nuestra vida.
Ir al trabajo nos exige, entre otras
cosas, subir al automóvil, manejar
hasta la empresa, descender de él
y caminar hacia la oficina. Nada de
esto tiene para nosotros algún inte-
rés en especial, salvo la necesidad
que tenemos de hacerlo. Por eso,
el automóvil que se nos cruzó en
la esquina y nos obligó a frenar de
La memoria: cómo incentivarla
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