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“Escucha lo que tú sabes, no escuches a tus miedos”. James Froude
Conocer y poder manejar nuestras
emociones son los dos elementos
que nos permitirán vivir mejor,
relacionarnos satisfactoriamente
con los demás (el entorno) y
marchar más cómodamente hacia
los objetivos trazados.
Con este marco de referencia
podemos decir, junto con los espe-
cialistas en la materia, que existen
emociones positivas y emociones
negativas que se instalan como un
modo reflejo de acción, y nos ayu-
dan o nos perjudican.
Resulta ocioso decir que las emo-
ciones positivas, como la alegría,
el optimismo, la comprensión, la
confianza, etc., son las que casi sin
excepción habrán de permitirnos
alejarnos de los sobresaltos en la
vida. Las negativas, en cambio –ira,
miedo, depresión, resentimiento,
culpa, envidia, vergüenza, ansie-
dad y otras– exigirán de nosotros
un trabajo para controlarlas y evitar
que sean una verdadera piedra en
el camino.
Sobre esto volveremos más ade-
lante, pero baste apuntar que la psi-
cóloga Carla Valencia propone un
sencillo manual de procedimiento
para manejar las emociones. En pri-
mer lugar se deberá hacer contacto
con la emoción, identificarla. Para
ello, Valencia sugiere la introspec-
ción de la mano de la meditación.
Mientras eso ocurra, deberemos
quedarnos quietos, en silencio, sin
actuar, sencillamente procurando
saber con precisión qué emoción
estamos sintiendo.
En un segundo paso, una vez
identificada la emoción, se deberá
buscar el origen de la misma. ¿Cuál
es la razón por la que sentimos mie-
do o ira? ¿Existe un motivo real o es
obra de nuestra imaginación o nues-
tros fantasmas?
El tercer punto propuesto por la
terapeuta consiste en hacernos car-
go de esa emoción que nos está in-
Un corazón abierto
En el trabajo y los negocios
Positivas o negativas, todas las emocio-
nes son necesarias, en tanto puedan ser
manejadas por nosotros. Sin embargo,
en el terreno laboral o comercial, exis-
ten dos especialmente peligrosas: la ira
y el orgullo. La primera ciega y anula
la perspectiva. La segunda nos impide
medir la fortaleza del otro, convirtién-
donos en víctima de ella.
quietando. Si algo o alguien la ha
producido no es nuestra responsa-
bilidad. Pero sí lo es, en cambio, la
forma o la manera en que la esta-
mos sintiendo y la intensidad con
que nos está afectando.
Luego, dice textualmente Carla
Valencia: “Puede por ejemplo escri-
bir una pequeña historia de lo que
ha sucedido y que lo hace sentir
de esa manera. Cuando escribimos
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