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“No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre
hacia la altura”. Rubén Darío
Alas para volar
cuenta el narrador Paul C. Jargot
cuando dijo: “El entusiasmo, la
imaginación e incluso el propósito
no pueden alcanzar objetivos satis-
factorios, a menos que vayan au-
nados a un esfuerzo permanente y
firme. De todo esto, se deduce que
debemos perseverar en el uso de
nuestros talentos”.
La historia, por supuesto, ha su-
ministrado innumerables ejemplos
en los que entusiasmo y perseve-
rancia unidos produjeron logros
inimaginables. Sin ir más lejos, tan-
to los mayores estrategas militares
de la historia (Napoleón, Alejandro
Magno o Aníbal), como los hom-
bres que revolucionaron las cien-
cias (Einstein, Newton, Arquíme-
des o Darwin), tuvieron un par de
elementos en común: todos eran
dueños de una perseverancia y un
entusiasmo dignos de admiración.
Albert Einstein, por ejemplo,
inició su camino hacia uno de los
hallazgos más trascendentes de la
física moderna reprobando el in-
greso a la universidad; y Napoleón
Bonaparte estuvo a punto de ser
dado de baja en el ejército porque
se le consideraba un oficial poco
competente.
Se dice que Thomas Alva Edison,
cuando se le preguntó cuáles eran
los componentes del genio, men-
cionó: “Diez por ciento de ima-
ginación y noventa por ciento de
transpiración”.
Malcom Forbes, el creador, artí-
fice y director de la revista Forbes,
Entusiasmo y perseverancia
“El entusiasmo es una manera de vivir.
Uno puede optar por reconocerlo o
ignorarlo, por darle alas o por cortár-
selas. Si se le toma en serio, como ma-
nifestación de sentidos personales im-
portantes, se desarrolla un tipo de vida
distinto al que surge de maltratarlo,
haciéndolo víctima de cuestionamien-
tos y descalificaciones. Es importante
argumentar a favor del entusiasmo,
tratar de entenderlo y de fortalecerlo,
de manera que todas nuestras opcio-
nes vitales puedan hacerle lugar. Esa
actitud es la más sana, la más capaz
de engendrar bienestar y felicidad. El
entusiasmo, al abrir en el individuo la
canilla de su personalidad, al permitir
la fluidez de lo propio, posibilita salir
de la pelea por el sentido que suele,
por lo general, trabarse en formatos
críticos y descaminados. El entusiasmo
es el camino a seguir para encontrarse
a sí mismo”.
Alejandro Rozitchner
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