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“La propiedad en los modales y la consideración hacia los demás son las dos características básicas de
un caballero”. Benjamín Disraeli
un lado la racionalidad lógico-mate-
mática ni dejarse llevar por los senti-
mientos ajenos. El constante trabajo
interactivo entre el “cerebro racio-
nal” y el “cerebro emocional” es ex-
plicado así por Daniel Goleman: “Las
emociones, pues, son importantes
para el ejercicio de la razón. En la
danza entre el sentir y el pensar, la
emoción guía nuestras decisiones
instante tras instante, trabajando
mano a mano con la mente racional
y capacitando —o incapacitando—
el pensamiento mismo. Y del mis-
mo modo, el cerebro pensante de-
sempeña un papel fundamental en
nuestras emociones, exceptuando
aquellos momentos en los que las
emociones se desbordan y el cere-
bro emocional asume por completo
el control de la situación”.
Emoción y dominio
Dicho de otra manera, la “sensi-
blería” o “flojera” de un jefe que
contacta emocionalmente con sus
subordinados, solo es tal cuando el
verdadero equilibrio que debe existir
entre “ambos cerebros” se rompe,
dando lugar a un arranque de emo-
tividad irracional.
Por el contrario, el valor de una
inteligencia emocional bien desarro-
llada en el ámbito laboral dará como
resultado un autodominio que habrá
de permitirnos tener siempre en cla-
ro tanto la diferencia de roles como
las normas establecidas, en lo insti-
tucional y por nuestra propia moral
y ética. Ser comprensivo no significa
ser complaciente, y reconocer los es-
tados anímicos del otro no supone
acomodarse a ellos.
En la primera de las situaciones,
comprender quiere decir no juzgar
fríamente desatendiendo las cir-
cunstancias momentáneas, pero
de ningún modo debe leerse como
ceder a las necesidades o caprichos
del otro. En el segundo caso, sería
reconocer esas necesidades, pero
haciéndole comprender a la persona
que no es la forma ni el momento
de darles satisfacción.
Sentir sin conceder
Lo adecuado
Ezequiel Ponce, especialista en la for-
mación de ejecutivos para empresas, ha
escrito: “Expresar nuestras emociones
se transforma en una fortaleza si sabe-
mos hacerlo de manera adecuada, en
el momento adecuado, con la persona
adecuada, en la intensidad adecuada,
por el motivo adecuado. Es todo un de-
safío que vale la pena aprender…”.
En la guerra, que es una de las
situaciones límite por las que pue-
de atravesar un ser humano, los
generales más brillantes que han
quedado en la historia —aquellos que
se mostraron como verdaderos líderes,
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