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“La constancia es la virtud por la que todas las cosas dan sus frutos”. Arturo Graf
Capítulo 6
Tomar como propias las
ideas ajenas
Cuando, por ejemplo, escuchamos
a alguien decir que se había pro-
puesto ser jefe de sección en el tra-
bajo (igual que nosotros), pero que
no le sirvió ser responsable, pun-
tual, atento y emprendedor (como
intentamos hacer) y que el camino
es el oportunismo, la delación y la
trampa, puede provocar que nos re-
planteemos el sendero que estamos
recorriendo.
Los yunques
Aprender a ser constante es casi lo mis-
mo que aprender a vivir. Los tres yun-
ques principales en los que se forja la
constancia son: saber que podemos ga-
nar o perder, pues eso a veces depen-
de de nosotros y otras no; extraer de
los errores y los fracasos las enseñanzas
que facilitan el camino hacia el éxito; y
saber esperar a que los frutos maduren.
Si eso ocurre, y no tomamos en
cuenta que para decidir nuestras ac-
ciones habíamos reflexionado larga-
mente en torno a su efectividad, y
que las experiencias ajenas no son
necesariamente iguales a las nues-
tras, podemos caer en una trampa
y traicionarnos a nosotros mismos.
Por eso no es casualidad que Wi-
lliam Shakespeare escribiera una
vez: “El destino es el que baraja las
cartas, pero nosotros somos quienes
jugamos”.
Juegue hasta el final
La constancia es, casi con seguridad,
la mayor de las virtudes con las que
puede contar quien pretenda alcan-
zar el éxito en la vida.
“Quien es constante siempre lle-
ga”, es una máxima con la que con-
cordamos plenamente. Pero para
que ese postulado se cumpla, es
menester que nuestra constancia
sea conducida y dirigida inteligente-
mente por nosotros.
La constancia es uno de los capi-
tales más valiosos con los que cuenta
el ser humano; saber cómo invertir-
lo es el complemento perfecto para
lograr todas y cada una de las cosas
que nos propongamos en la vida.
Como en el ejemplo del marato-
nista, que administra en forma gra-
dual pero constante su energía, de-
bemos ser cuidadosos y reflexivos a
la hora de tomar decisiones, porque
vamos a invertir en ellas nuestro ca-
pital más preciado.
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