Page 37 - LUGARES FANTASTICOS
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Caminaba despacio cuando divisó un sendero que conducía a la
casita de los enanos. Adentro, Blancanieves, inocente, limpiaba y
entonaba las melodías que los enanitos le enseñaban cada noche
que regresaban de la mina.
Cuando la malvada mujer llamó a la puerta para ofrecer sus
deliciosas manzanas, Blancanieves dudó un momento al recordar
las advertencias de sus amigos, pero como era una anciana la que
llamaba, no le inspiró ningún temor. La viejecita tomó la manzana
envenenada y se la ofreció.
—Pruébala —la invitó—. ¡Verás que después de saborear
algo tan especial me las comprarás todas!
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