Page 24 - LUGARES FANTASTICOS
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“Algún día también seré el Príncipe del Bosque”, pensó emocionado.
Cuando regresó al lado de su mamá, Bambi la notó inquieta.
Olfateaba el ambiente tratando de descubrir algo. De pronto, se oyó
un disparo y los temores del cervatillo se confirmaron.
—¡Corre hijo, corre sin parar! —aconsejó la cierva a su pequeño.
Bambi corrió hasta internarse en la espesura del bosque, sin
importarle las heridas que se hacía en sus patas
con las ramas.
Una vez a salvo entre la vegetación, se
volvió para buscar a su mamá, pero no la
vio. Preguntó a la mayoría de los animales
del bosque y nadie le dio razón de ella. El
pobre de Bambi lloró la ausencia de quien
le había dado la vida. La extrañaba.
Al ver a Bambi tan triste, su amigo Tambor
le recomendó que visitara al Gran Príncipe
del Bosque, y así lo hizo el cervatillo.
—Debes ser fuerte —le dijo el Gran Príncipe
del Bosque—, porque tu madre nunca más estará
a tu lado. Vámonos, la vida debe continuar.
El Príncipe enseñó a Bambi a defenderse
del frío, a huir de otros animales y de los
humanos. Pero, sobre todo, le mostró los
secretos del bosque.
Cuando llegó de nuevo la primavera,
Bambi había crecido mucho. Cierto día,
mientras bebía agua en un estanque, vio reflejada en el agua la
figura de una cierva muy bella.
—Y tú, ¿quién eres?
—Soy Falina, ¿puedo acompañarte?
—Claro que sí —le contestó Bambi, sintiendo que el corazón le
latía acelerado—. ¡Eres muy bella!