Page 97 - FANTASTICOS SUENOS
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que esta vez llenó sus pulmones con más aire y comenzó a soplar, a
soplar y a soplar… pero la casa de ladrillos seguía en pie.
— ¡No podrán impedir que entre! —exclamó el lobo, enojado.
De un salto se subió al techo para escurrirse por la chimenea. Los
dos cerditos menores se acurrucaron en un rincón, temblando de
miedo, mientras su hermano mayor echaba zanahorias a un caldero
con agua caliente que puso a calentar sobre el fuego de la chimenea.
En pocos segundos el agua comenzó a hervir a borbotones.
Bajar por la chimenea no era cosa fácil, pues el lobo debía sujetarse
de las paredes clavando sus garras en ellas. Al rato, cansado por el es-
fuerzo, perdió el equilibrio y cayó dentro del caldero. El agua hirviendo
despellejó su larga cola, así que huyó aullando de dolor.
Los cerditos festejaron
su triunfo y nunca más
volvieron a ver
al lobo.
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