Page 111 - Ciclo 3
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LECTURAS
consideraban como su deber ayudar al astro rey en su camino; por
eso mismo, el juego tenía relación con los sacrificios humanos: la
sangre del jugador sacrificado (al parecer, el perdedor) alimentaba
al Sol y aseguraba que sus rayos siguieran alumbrando la Tierra.
Es muy poco lo que se sabe sobre las reglas y la forma en que se
ganaban puntos, lo que sí se conoce es que no se podía tener la pe-
lota en la mano durante el juego y los mejores tiros se hacían con
la cadera. Los jugadores estaban vestidos con un cinturón ancho
y pesado hecho de madera y
cuero, llevaban protectores
en las caderas y rodillas y, en
algunas zonas, también cas-
cos. Pese a todo ello, el juego
resultaba muy peligroso por
la velocidad y peso de la pe-
lota.
Los jugadores de hoy. En la
actualidad, pocas son las re-
giones en donde aún se prac-
tica este milenario juego de
pelota; Zacatecas, Sinaloa,
Michoacán, Guerrero, Oaxa-
ca, incluso en algunas partes de la ciudad de México. Sin embargo,
los juegos de pelota de origen prehispánico que aún se conservan,
están íntimamente ligados a la tradición popular y de alguna ma-
nera, son un puente que une el pasado de México con el presente.
La permanencia de esta actividad prehispánica y su práctica en es-
pacios urbanos, ha contribuido a reforzar la identidad de algunos
migrantes indígenas; buena parte de los jugadores que partieron
a la ciudad encuentran en el juego un elemento que los identifica
como miembros del grupo.
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