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Métodos de estudio lectura
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El de la “esponja”. En este enfoque el lector se centra en leer
cuidadosamente las frases, en subrayar las ideas principales
y, en definitiva, en tratar de entender lo que el autor plantea
en su obra.
El del “filtro”. Aunque con este enfoque también buscamos
información nueva, como lectores debemos hacernos pregun-
tas a nosotros mismos para tener claras las secuencias lógicas
del material que estamos abordando, y poder detectar en él
omisiones o inconsistencias. Esta clase de lector se pregunta
por qué el autor hace ciertas afirmaciones, anota al margen
los problemas que se puedan presentar con el desarrollo de
los razonamientos, e interactúa continuamente con el material
pues su intención constante es la de evaluarlo críticamente y
formular sus conclusiones personales basadas en la evaluación.
Ejemplo y Ejercicio:
Lea el siguiente texto y luego haga cuatro preguntas claves adecuadas que cuestionen
los argumentos expuestos, para ver si son o no consistentes, o si tienen omisiones en
su desarrollo lógico:
En nuestro tiempo, el humanismo ha reemplazado al cristianismo como el consenso
general de Occidente. Esto ha producido varios resultados, de los cuales uno de los me-
nores es cambiar la forma en que la gente se ve a sí misma, o sus actitudes hacia otros
seres humanos. Así es como ocurrió el cambio. Habiendo rechazado a Dios, los científicos,
filósofos y profesores adeptos al humanismo, empezaron a enseñar que sólo [sic] lo que
puede ser matemáticamente medido es real, y que toda realidad es como una máquina.
El hombre es sólo [sic] parte de una gigantesca máquina cósmica. El hombre es más
complicado que las máquinas que el ser humano hace, pero es todavía una máquina.
Como ejemplo, el doctor Edmundo R. Leach, Decano de la Universidad de Cambridge, en
1968 escribió en el London Times:
“Hoy, cuando los biólogos moleculares están desentrañando la química genética de la
vida –mientras los radioastrónomos están descifrando el programa de un cosmos en evo-
lución– se ve que todas las maravillas de la creación son mecanismos antes que misterios.
Puesto que hasta el cerebro humano es nada más que un computador inmensamente
complicado, no es ya necesario invocar a la metafísica para explicar cómo funciona. En el
universo mecanicista que resulta, todo lo que queda de la voluntad divina es la conciencia
moral del hombre en sí mismo”.
Tomado de: ¿Qué le pasó a la raza humana?, C. Everett Koop, Francis Schaeffer
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