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Comunicar en
una institución
Hablar de las emociones de una organización puede parecer ilógico,
excepto si se analiza este concepto como la suma de las emociones de
las personas que la integran.
Una institución puede describirse como un ser vivo y animado gracias a la
personalidad que le imprimen las personas que la integran, y que se expresa
claramente en la comunicación que ocurre entre esos individuos y se refleja al
exterior de la organización.
Así, formulamos opiniones acerca de las instituciones e incluso llegamos a
calificar su actuación como buena o mala dependiendo no sólo de los resulta-
dos que generan, sino de las percepciones que tenemos de ellas. La impresión
que podemos tener de una organización, a la que se llama imagen, está basada
en los mensajes que emite a través del proceso de comunicación.
Todos podemos tener una percepción equivocada de una institución,
pero una buena imagen sólo puede sostenerse en fundamentos concretos.
¿Y cuáles son esos fundamentos concretos en los que puede basarse la
imagen de una institución? Sin duda, una actividad desarrollada sólidamente
y que produzca los resultados que se esperan de ella. Curiosamente encon-
tramos que los buenos resultados sólo son posibles en aquellas instituciones
en que existe una buena comunicación interna.
Cerramos así el círculo y encontramos que tanto los resultados como la
imagen de la organización son consecuencia directa de la forma en que los in-
dividuos que la integran se comunican, así se crea un clima adecuado para la
consecución de sus fines.
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