Page 63 - CUADERNO-3
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Un flamenco diferente
Un día soleado de primavera nació una bebé flamenco
llamada Adamina. Vestía un plumaje blanco que adornaba
sus largas patitas rosadas.
Los padres de Adamina la adoraban por lo especial que
era y su madre continuamente la cobijaba entre sus plumas
para brindarle calor y cariño. Ella era una polluela feliz que
disfrutaba jugando con los otros polluelos del lugar.
Jugaban a esconderse, a nadar y hasta hacían carreras a ver
quién era capaz de correr más rápido con esas largas patas
que la naturaleza les había dado. Todos querían mucho a
Adamina.
Pasaron tres años y Adamina se convirtió en toda una
señorita. Sus patas rosadas se habían alargado aún más y
poseía un plumaje abundante que peinaba con esmero.
Pero había algo que empezó a llamar mucho su atención.
Todos sus amigos comenzaron a cambiar de color. Algunos
tenían plumas rosadas, otros rojas, mientras que ella
continuaba tan blanca como la nieve.
Preocupada, un día Adamina le dijo a su madre:
–Mami, ¿por qué soy diferente? ¿Por qué mis plumas no
cambian de color? Yo solo quiero ser igual que todos.
–Oh hija mía, cuando eras niña tus plumas eran tan blancas
y hermosas como lo son ahora y nunca te había preocupado.
No importa que seas diferente ahora, lo importante es cómo
te sientas en tu interior y cómo hagas sentir a los que te
rodean– le contestó su madre mientras la abrazaba.
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