Page 39 - CUADERNO-3
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–Ah… ¿Sabes? A mí también me gustan mucho
los árboles. ¿Podría cuidarlo contigo?
–Eso no lo decido yo. Lo tiene que decidir el árbol.
–¿El árbol? ¿Y qué tengo que hacer?
–Nada, simplemente seguir siendo Lupita.
El niño se despidió y se fue corriendo para su
casa. Lupita se sintió muy intrigada y decidió ir
todos los días a visitar al árbol. Los primeros días
se acercaba, lo miraba, sonreía y lo regaba con el
máximo cuidado. Sin embargo, todos los días eran
iguales y Lupita no veía que el árbol creciera
y tampoco había vuelto a ver a Andrés.
Un día llegó al árbol y vio que
le colgaba una manzana roja,
brillante, grande, tan bonita y
perfecta que parecía de mentira.
Cuando se acercó, había una etiqueta
pequeña que decía: “CÓMEME”.
Lupita abrió los ojos de sorpresa,
pensó mucho qué hacer y como
creyó que era por fin la
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